La PEA Peruana: Los Jóvenes empleados y los NINIS


Por Lic. Juan Carlos Verástegui León jcverasteguileon@gmail.com
María es una joven de diecinueve años, estudiante del último año de una carrera técnica. Cada día, desde las 8 am hasta las 12 m, se sienta frente a su pc para conectarse y realizar trabajo remoto para un call center. Ya lleva tres meses en ello entre atender llamadas de ventas, soporte de servicio en línea y escuchando todo tipo de quejas de los clientes. Por las noches, se conecta a la plataforma de su instituto a sus clases en modalidad virtual hasta las 11.30 pm. Muchas veces se queda despierta hasta las 2 am para avanzar en las tareas y trabajos que enviará antes del sábado de cada semana.
Comenta que al inicio del trabajo experimentó ansiedad, nerviosismo y enojo, estuvo tentada a renunciar un par de ocasiones; pero con los días fue cambiando al notar que ha desarrollado habilidades de escucha activa, empatía, argumentación y negociación. Ahora realiza su trabajo más relajada y segura de sí misma. Estas nuevas habilidades que ha descubierto y viene desarrollando le han permitido que en las clases virtuales se enfoque más allá del tema que tratan, le motiva a investigar, cuestionar y analizar, a exigirse más y ello se refleja en la calidad de sus tareas y trabajos.
Pedro es un joven de veinte años, terminó la secundaria a duras penas a los dieciocho. Desde niño le gustaba el fulbito y juega bien, esperaba con ansias la hora del recreo para salir a jugar con sus compañeros. Del estudio muy poco se preocupaba, pues las tareas las hacía con su madre, quien siempre terminaba “ayudándole, haciéndoselas”. Su padre es maestro albañil en construcción civil, sabe de su habilidad en el fulbito y siempre le ha dicho que logrará muchas cosas sabiendo jugar a la pelota y por lo tanto no es necesario que estudie algo, que ya se le presentará la oportunidad. Los jóvenes de su barrio estudian o trabajan, por ello Pedro espera los fines de semana para jugar con ellos. Los otros días de la semana camina diez cuadras para jugar al fulbito con otros jóvenes que están en la misma situación que él y se pasan el tiempo peloteando.
Pedro es el mayor de cuatro hermanos, no trabaja ni estudia, piensa que en algún momento jugará para algún equipo, pero nunca se ha presentado a alguno o buscó información de cómo hacerlo. Ahora se pasa el día viendo televisión. Eso sí, todas las noches se las arregla para salir de casa para ir a ver a su enamorada que vive a dos cuadras. Ambos no lo saben, pero la chica ya tiene 10 semanas de embarazo. El futuro de Pedro es incierto, sin metas ni objetivos.
Isabel cumplirá veintiún años este mes de agosto y lleva estudiando ingeniería química tres años en una universidad nacional. Es natural de un pueblito de la sierra liberteña y son de escasos recursos. Isabel se esfuerza en sus estudios y tiene muchas ganas de salir adelante, pues su madre le ha dicho desde niña que quien estudia, triunfa. Su meta es trabajar en una empresa grande. Su padre piensa que mejor debería estar en casa para ayudar a las labores de pastoreo y no en una ciudad grande donde se genera mucho gasto.
La universidad dispuso que las clases serán virtuales y todos los estudiantes deben disponer del equipo necesario para conectarse a ellas. Ante esto, Isabel regresó a su pueblo pues es consciente de su realidad: no tiene una pc ni laptop, no podrá conectarse a las clases virtuales, no podrá seguir estudiando este año. Sus ganas de seguir estudiando se esfuman.
Tres historias diferentes y relacionadas entre sí. Veamos algunos datos que son interesantes de analizar:
María, Pedro e Isabel son parte de los 8 millones 441 mil jóvenes entre 15 a 29 años que hay en el Perú y son parte de la población económicamente activa.
María e Isabel son parte de los 4 millones 165 mil mujeres de 15 a 29 años y Pedro es parte de los 4 millones 275 mil jóvenes entre 15 a 29 años.
Ahora bien, María e Isabel son parte del 35,8% de jóvenes que cuentan con educación superior. María al 14,3% de formación no universitaria. Isabel al 21,5% de educación universitaria.
María también trabaja (3 millones 910 mil PEA en el área urbana) y está en el 21,4% de jóvenes que tiene un trabajo formal, cuenta con seguro de salud (64,8% en el área urbana) y a la vez en el rubro de servicios que representa el 41,9%. Ella percibe su sueldo que le depositan a una cuenta de débito (32,4% de jóvenes cuenta con una cuenta de débito) y a la vez es parte del 40,1% de jóvenes que tienen acceso a algún servicio del sistema financiero formal.
Isabel no estudió el 2021 por lo antes mencionado y se quedará en su pueblo (1 millón 105 mil PEA en el área rural) y será parte del 1, 7% de desocupados en el parea rural. Isabel tiene seguro de salud (79% en el área rural) y en su pueblo se atiende en una posta médica.
Pedro ni estudia ni trabaja (NINI), es parte de la PEA peruana del área urbana. Es parte del 21,2% de ninis del área urbana y del 10,2% de desempleados del área urbana. También es parte del 78.3% de ninis inactivos plenos, jóvenes desvinculados, desmotivados, desocupados y sin deseos de trabajar. En los próximos meses su enamorada (62,4% de ninis mujeres del área urbana) tendrá un bebé y truncará temporalmente o para siempre sus estudios y/o su trabajo que tenía pensado hacer.
Los datos estadísticos expuestos nos muestran una realidad que se vive día a día en nuestro país. Es cierto, los números suelen ser fríos pero un análisis de ellos nos debe llevar a pensar en lo que está sucediendo y en buscar soluciones para orientar a nuestros jóvenes a estudiar y a lograr un trabajo que les permita mejorar su calidad de vida y el de sus familias.
Algunas causas pueden ser:
- Lenta demanda laboral que no logra incorporar a todos los jóvenes en el mercado laboral.
- La deserción educativa debido a diferentes variables.
- No se pone foco en la educación y en el trabajo como medios de inclusión.
- Definición de políticas de Estado para proteger y potenciar el capital humano.
- Jóvenes que no aceptan reglas y hacen lo que quieren.
Algunas propuestas de solución pueden ser:
- Aplicar estrategias para evitar la deserción escolar y educación superior.
- Acciones para realizar una adecuada orientación vocación de acuerdo a las habilidades de los jóvenes.
- Conocer los requerimientos del mercado laboral regional y nacional.
- Fomentar programas de prevención de embarazos en adolescentes.
- Fomentar la inserción de los ninis en el mercado laboral, para lo cual se debe implementar programas específicos de capacitación y entrenamiento.
- Seguimiento constante y medible de las propuestas planteadas.
Visto lo anterior, debemos enfocarnos en dar apoyo a nuestros jóvenes para que se desenvuelvan y tengan una motivación que les de seguridad y no tener temor al fracaso. Orientándoles a fijarse metas con un tiempo de cumplimiento, las cuales servirán de motivación y muestra de crecimiento personal.
¿Cuáles pueden ser otras variables para que los jóvenes se conviertan en ninis?
¿Qué estrategias puedes sugerir para motivar a los jóvenes a estudiar y a trabajar?